Inaugura jueves 13 a las 19 hs.
Texto de Miguel Angel Rodriguez / Perennidad. Rubén Sassano y su preocupación por el tiempo.
A lo largo de diversas charlas mantenidas con Rubén Sassano, las imágenes, los silencios y las palabras fueron desvistiendo los sentidos hondos de su percepción.
En esas ocasiones comentó debates sobre la cuestión de los límites entre la pintura y el dibujo, sugiriendo, en más de una oportunidad, abandonar provisoriamente tales categorías al momento de ocuparnos de las obras.
El vino, la música y las historias silenciadas nos acompañaron en la mayoría de las conversaciones. Emergieron así, los sentidos manifiestos en sus múltiples trabajos. Las palabras y frases que remiten a Jorge Luis Borges, los trazos definidos, las atmósferas presentes en los puertos y en los intersticios urbanos, y la perenne obsesión por cuestiones acuciantes en los jóvenes, indican una preocupación crítica donde el tiempo constituye un aspecto medular.
Es así que, a través de imágenes colmadas de hierros, estructuras y zapatillas, van develándose vivencias que dialogan con seres atemporales, seres que están más allá de todo: más allá del Estado, más allá de la protección, más allá del futuro; más cerca de la muerte y de nuestra indiferencia.
Estos seres, con los que constantemente convivimos, y a los cuales habitualmente llamamos jóvenes, sólo subrayan un estado de las cosas donde la velocidad y los espejos quizá definan la ambigüedad del todo.
Pero las definiciones inherentes, y lo estanco, no forman parte del cosmos estético de Sassano. Si bien sus trazos son endemoniadamente definidos, el aire que emana habla de otras cosas. Las pinceladas, que no dejan dudas sobre virtudes y técnicas, enuncian estrofas duras e incómodas, costados que no queremos escuchar. Esta obra es crítica en tanto capta espiritualidades que nos caracterizan, más allá que los protagonistas del amor al borde y la muerte sean los llamados jóvenes.
La totalidad de su estética, entonces, remite al tiempo, en un remitir que aborda el presente, pero también el pasado y el futuro. Los años transcurridos desde 1492, o los tambaleos de la esperanza ante las incertidumbres respecto del porvenir, son temas constantes en el espíritu de este plástico rioplatense.
Sus obras, muy cuidadas compositivamente, posibilitan el diálogo entre los lenguajes propios del artista y los específicos de quien observa la imagen. Este diálogo entre lenguas coloca a la sensibilidad de Sassano en un plano universal.
Texto de Adriana Laurenzi / Guillermo Paolino. La asunción del ser americano.
Nuestra cultura ha preferido no asumir nuevas categorías de pensamiento para comprender y nombrar nuestra condición de pertenencia a la realidad americana. Seguimos analizando con parámetros europeizantes condiciones de vida ajenas a esta.
Rodolfo Kusch (Buenos Aires 1922-1979) asumió la tarea de pensar con parámetros reales la existencia latinoamericana como una realidad otra.
Graduado en la carrera de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, Kusch dio cuerpo a su pensamiento a través de una obra teórica materializada en numerosas publicaciones como; América Profunda, El Pensamiento Indígena y Popular en América, La negación del Pensamiento Popular, entre otras.
Para Kusch América como continente mestizo, ha quedado escindido entre la verdad de fondo de su naturaleza demoníaca y la verdad de ficción de sus ciudades.
La naturaleza como espacio vital es en América la de una naturaleza omnipotente que subyuga todo intento de dominio humano.
De raíz romántica y nietzscheana, Kusch señala cómo frente al pensamiento humanista, antropocéntrico, sin naturaleza de la filosofía occidental, la presencia de la naturaleza avasalla al hombre en nuestro continente, la diferencia está en que la europea:
“Es una cultura sin compromiso con el mundo exterior, siempre que ese mundo exterior no sea el hombre mismo”
La cultura occidental es una cultura del sujeto (Descartes, Kant) y es este quien nombra y al nombrar otorga sentido y existencia a los objetos.
“De esta manera lo armónico se logra a través de una conciencia nominalista de la realidad o sea que la cultura occidental, dicho groseramente, es una cultura de vocabulario que recrea la realidad por intermedio del sujeto”
Para Kusch en el pensamiento americanista se impone la naturaleza por sobre la cultura y esta se manifiesta no en la forma sino en un sentido profundo como espacio. Un espacio que se “devora” al hombre. Un espacio mágico que amenaza la misma existencia.
El espacio vacío de la perspectiva brunellesquieana, se da en América como espacio-objeto, con una dimensión telúrica y amorfa, pero como objeto total.
Hacia 1969 siendo alumno de la Escuela Prilidiano Pueyrredón, Paolino tiene de profesor en Estética a Rodolfo Kusch y desde e allí se establecen lazos que serán fundamentales, tanto del Kusch filósofo como su propia personalidad y ética ante la vida.
La obra de Guillermo Paolino asume un profundo compromiso con el pensamiento de Kusch, al rechazar los presupuestos del arte occidental, como forma-idea para asumir la forma como objetivación de una fuerza vital ligada a la tierra, al magma vegetal incapaz de arribar a la forma como forma sublimizada, sino en directa relación con la raíz germinal del crecimiento.
De allí los materiales que elige desde su primer período (1980-1996) como en su segundo período (1996-2002) en los cuales trabaja con tallas en maderas duras como el quebracho.
Tallas directas que articulan las partes estructurales como si respondieran a un desarrollo orgánico y no a partes racionalmente ensambladas.
Tallas de verticales, de formas totémicas que sacralizan en planos y volúmenes el “monstruoso” rostro de la fuerza vital que se resiste a ser pensamiento abstracto.
En su tercer período (1998 a la actualidad) Paolino quien ya había añadido hilo sisal a las tallas de madera de su segundo período, va a reemplazar las formas sólidas y macizas para “tejer” estructuras de rústico hilo vegetal como lo es el hilo “sisal” que se obtiene de la planta del mismo nombre, sobre flexibles varillas de ramas de paraíso, fresno americano y café, que van formando una extensa trama de llenos y vacíos.
Estructuras de formas orgánicas, tejidos que guardan como las telas con que se momificaba los restos humanos, frágiles “ramas”.
Formas que nunca son producto del capricho, ni la arbitraria imaginación del autor, sino que parecen establecer direcciones horizontales o verticales siempre dominadas pon una fuerza vegetal, natural.
Establecen ejes y direcciones fundamentalmente horizontales o verticales en tamaños “naturalmente monumentales” que alcanzan los 2 metros y medio de altura.
Si hace ya mucho tiempo los materiales llamados “nobles”como la madera, el bronce y la piedra dejaron de ser los materiales que definían la actividad del escultor, la unión del concepto de escultura al de tejido sigue siendo hoy por lo menos excepcional.
Es interesante destacar como además de la forma, que no responde a las articulaciones propias de la escultura occidental la obra de Paolino rompe con el antagonismo de las categorías de abstracto-figurativo ya que los títulos como la intención constructiva están basadas en temáticas capaces de evocar estados de ánimo, fuerzas como relaciones humanas, pero en ellas no “vemos” figuritas, ni personajes sino espacios y formas enlazadas que tejen un contexto. La forma es una texto que como la misma etimología de la palabra deriva de tejido.
Pasión
Cáñamo y yute 250 x 100 x 100 cm, 2004.
Esta estructura tejida con cáñamo y yute sobre ramas de paraíso son como dos estructuras que amorosamente se entrelazan en un abrazo sin perder la identidad. La verticalidad que alude a lo humano remata en una contra curva donde podríamos leer la culminación amorosa en la pasión y la locura.
El trabajo con ramas condiciona al artista a adopta formas curvas, formas ligadas a la naturaleza y la calidez del hilo aluden a la condición humana nombrarla, sin hacerla obvia.
En esta última etapa de la obra de Paolino estamos ante una imagen completamente renovadora y hasta cuestionadora de la tradición de la escultura occidental pero que no niega el pasado sino que asume esta dimensión natural por momentos irracional y arrebatadora de la naturaleza americana.