Prudencio Hernández estudió con Marta Grinberg, Mario Vuono, Ideal Sánchez, Cristina Santander, Jesús Marcos y está trabajando en la actualidad con Roger Mantegani. Realizó exposiciones individuales en la galería Hoy en el Arte, el Pabellón de las Bellas Artes de la UCA, Arteclásica 2012, Expotrastiendas 2011, Museo Metropolitano, Banco de Boston, Galería Arthea Galería Lirolay y Galería Witcomb, entre otros espacios. Participó en exposiciones colectivas en Buenos Aires, Nueva York, San Pablo y Santiago de Chile.
Admirador del pintor metafísico Giorgio De Chirico, cuyos personajes viven en permanente soledad, Hernández propone imágenes que destacan el anhelo de comunicación. La obra invita a ver el mundo con ojos de artista. Ante la pregunta sobre cómo Prudencio logra combinar su trabajo empresarial con la pintura, no duda en responder: “¡Es la vida!, ¡es la vida!; A la vida no se la dirige. Ella te pone ante diferentes situaciones y seguís adelante. Yo vivo atravesando mis miedos. No me quedo quieto.”
Y agrega Sapolnik: “Prudencio Hernández no necesita copiar la realidad, inventa un mundo propio donde se interrelacionan formas, colores y personajes. La preponderancia de su estética está en la presencia del cielo, un elemento que lo conmueve tanto en la naturaleza como en el arte. Esa representación de la bóveda infinita invoca su creencia en el mundo celestial”.