1. Sala de Espera. Marisa Rubio
2. APA
3. Surrealismo
4. Test de Rorschach
5. Sueños
6. Autorretrato
7. Lo siniestro
8. Locura
9. Colonia Oliveros
10. Terapia grupal y Happening
11. Relación Lenguaje e inconsciente
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La exposición
El ingreso a la muestra se realiza a través de una Sala de espera, instalación de la artista
argentina Marisa Rubio desdoblada en su heterónimo Naranja Milano Questa,actriz y teórica
que formuló la “Teoría del quehacer cotidiano para intérpretes”, un método actoral en el que
el público no es consciente de que está formando parte de una ficción.
El “Arte Siniestro” está presente con un conjunto de obras escultóricas de Libero Badii –
perteneciente a la Colección de la Fundación BBVA–, parte de las cuales presentó en 1971
en la Bienal de San Pablo. “El ‘siniestrismo’ o ‘arte siniestro’ fue planificado originalmente
por Luis Centurión y Libero Badii para la exposición que presentaron en la Galería Rubbers
de Buenos Aires en abril de 1966, pero fue el segundo el que lo continuó, pensó y desarrolló
durante la década siguiente en una serie de obras y escritos”, explica Santiago Villanueva.
Ocupa un lugar central en la exhibición la vinculación del surrealismo argentino con el
psicoanálisis, que se expresó vivamente en la obra del pintor Juan Battle Planas, sobrino de
José Planas Casas. En el taller de grabado que compartía su tío con Pompeyo Audivert,
Batlle Planas se inició en el surrealismo y se autodefinió como un “surrealista dogmático con
ejecución automática”. Posteriormente, su amistad con el médico psiquiatra Enrique Pichon-
Rivière lo acerco al psicoanálisis. En esta sección se diferencian dos sectores entre el
surrealismo / automatismo (Batlle Planas, Mele Bruniard, Jacobo Fijman y Fermín Eguía,
entre otros) y lo onírico (Grupo Orión, Emilio Renart y Grete Stern, entre otros).
“En 1924, año de publicación del Primer manifiesto surrealista de André Breton en París, el
artista y grabador argentino Pompeyo Audivert editó la primera carpeta de grabados de
tendencia surrealista realizados en Argentina sobre temas desarrollados por el escritor
Jacobo Fijman. Con la venta de esta carpeta, los artistas publicaron en 1926 el primer libro
de Fijman, Molino Rojo, que incluyó estos grabados de Audivert e ilustraciones de José
Planas Casas. Este fue el primer libro de un poeta surrealista publicado en la Argentina y
dejó una fuerte impronta en el surrealismo rioplatense, que mostró su propia forma y se
diferenció de las manifestaciones que se dieron en Europa, el Caribe y México”, explica
Verónica Rossi.
Temas recurrentes de la terapia como la autorrepresentación y el autorretrato, los sueños y
la relación con el lenguaje, la oralidad y la escucha están presentes en la exposición a
través del uso de diarios, garabatos y dibujos de artistas como Luis Felipe Noé, Guillermo
Iuso, Martha Peluffo, Marcia Schvartz y Grete Stern. También se exhiben diferentes
versiones del célebre test de las manchas de tinta Rorschach firmadas por Roberto
Aizenberg, Margarita Paksa y Tobias Dirty.
La relación entre el arte moderno y la locura recorre las décadas de mayor intensidad
alcanzadas por la investigación psiquiátrica en Europa. El arte de los enfermos mentales fue
fuente de inspiración para el Surrealismo y, en la posguerra, sirvió de punto de partida para
el Art Brut formulado por el artista Jean Dubuffet, que cuestionaba la noción de normalidad.
Artistas como Aída Carballo -influyente profesora de dibujo y grabado-, Casimiro Domingo y
Emilia Gutiérrez padecieron intermitentes internaciones en instituciones psiquiátricas
durante el siglo pasado y están bien representados en Terapia.
La artista y docente Claudia del Rio presenta una serie de sus dibujos y como co-curadora
de la Enciclopedia Oliveros, seleccionó un conjunto de obras realizadas en el taller de
plástica del Centro Cultural Macedonio Fernández, por pacientes de la Colonia Psiquiátrica
de Oliveros. “Son obras que recorren diversos imaginarios, siempre con la idea de que el
arte es una caída-encuentro con unx mismx. Estas obras están imbuidas de lo cercano que
es lo posible, del movimiento de las manos, un cinetismo fácil que ocupa la mente, del
material línea como insistencia, de los materiales encontrados como extensiones del
cuerpo”, explica Del Río.
En el marco del Instituto Di Tella, desde mediados de los años sesenta el happening resonó
con fuerza de la mano de Oscar Masotta, teórico, artista y polemista que difundirá y escribirá
sobre un arte que tiende a la desmaterialización y a la acción, rozando fronteras
disciplinares antes no conocidas. “Masotta va a introducir a la figura de Lacan en los
debates locales, y en este punto se pueden pensar interacciones entre happening y
psicoanálisis. Lo grupal, el lenguaje oral, los medios masivos, el cine los conectarán y
difundirán, en medio de una crisis que traerá nuevas experiencias en las décadas que
siguen”, explica Villanueva.