Dice Jorge Luis Borges en uno de sus prólogos que, felizmente, no nos debemos a una sola tradición, podemos aspirar a todas.
Haber nacido y desarrollado mi obra en Buenos Aires me condiciona a ese universalismo borgeano, a ese “acto de fe de ser argentino” (Borges dixit), que es ser un poquito de todas las razas y de todas las culturas que se han mezclado por estas tierras.
El arte es una forma de vida y una forma de juego, jugar a jugar es crear libre de prejuicios. Todo mi trabajo se sostiene en mi absoluta admiración por las obras de quienes me precedieron desde el principio mismo de los tiempos, en esta grata posibilidad de intentar emularlos con la libertad casi irresponsable de un niño que juega a copiar a sus mayores.
Mi obra es homenaje respetuoso, plagio versionado y juego descarado. Puro placer en el hacer. Y no pretende más que darle al espectador la chance de permitirse por un rato la posibilidad de placentero juego también.
Gabriela Farnell